Ian Gibson, en vísperas del Día E, cuenta a Cervantes TV algunas de sus vivencias relacionadas con el español, que representa para él una aventura humana y lingüística. Gibson optó en la universidad por estudiar castellano y piensa que tuvo mucha suerte porque adquirir otra lengua —y conocer su cultura— amplía la visión de una persona: «yo quisiera que todo el mundo tuviera mi suerte». El hispanista sostiene que el idioma español representa para él un todo que tiene que ver con la literatura, la vida, su profesión, su vocación, sus lecturas, etc. Gibson se muestra obsesionado con la influencia árabe, y con un topónimo sobre todo: La Mancha, incluido en la primera frase de la novela más famosa. Ha buscado su etimología mucho tiempo, hasta que la ha encontrado en Contribución a la toponimia árabe de España, del arabista Miguel Asín Palacios, algo que le satisface poder contar en el Instituto Cervantes. El escritor, que hace hincapié en la relación entre el español y el irlandés —por contar ambos idiomas con los verbos ser y estar—, opina que de los idiomas procedentes del latín, el castellano se diferencia en que sus palabras tienen corporeidad, fuerza, reciedumbre, solidez: tienen en definitiva un aspecto físico.